Falso Poder no es sólo la segunda parte de la trilogía Escena
Final, si no también la consolidación de Jaime Santamaría
como novelista. ¡Ojo! No nos engañemos, no es ningún
autor revolucionario ni ha inventado un nuevo estilo literario;
tampoco podemos considerar sus obras como excelentes pero sí
que me gustaría incidir en el hecho de que esta primera obra
suya, la trilogía Escena Final, y particularmente este segundo
volumen, Falso Poder, son buenos ejemplos de libros cuidados
y trabajados al máximo y que evidencian que el autor es capaz
de mantenernos intrigados con una lectura interesante.
Como decía, Santamaría se desinhibe
más en esta segunda parte y la lectura gana en fluidez y
seguridad. Sin embargo, todavía dedica 1/3 parte del libro
a introducirnos un nuevo escenario: El planeta Nadín, donde
transcurrirá toda la acción de esta segunda novela.
Por una parte esta nueva introducción me hacía temer
que se repitieran las a veces tediosas descripciones que ofrecía Sol de otro mundo, pero el
autor ha sabido concretar más y creo que esta vez no se ha
sobrepasado demasiado. De todas maneras nos hacía falta una
base para saber cómo era este nuevo planeta y Santamaría
nos la ha ofrecido.
La gran diferencia con respecto a la primera
novela es que aquí encontramos diversas tramas argumentales
y por lo tanto a diversos personajes que llevan la voz cantante
en este segundo acto. Estas diversas líneas de acción
están bastante bien integradas en el libro y eso proporciona
nuevos enfoques a los planteamientos del autor. Para entendernos,
tenemos una visión mucho más amplia de los acontecimientos
y de las posibles consecuencias. La trama principal aquí
es tratada con un poco más de profundidad que en Sol
de otro mundo de manera que ya no tenemos tanto la sensación
que nuestro personaje principal se olvide de su pasado. Además,
vemos cómo la estructura que planteó el autor en la
primera novela empieza a tomar forma aquí y supuestamente
estos hilos convergirán todos en la tercera parte.
Los personajes están más desarrollados
y cuidados, aparecen nuevos y otros quedan relegados a unas líneas,
pero el enfoque ahora es más preciso y con más carácter.
Sin embargo, algunos de ellos cumplen demasiado los estereotipos
marcados de manera que no sorprende demasiado los caminos que acaban
tomando.
Así pues, nos hallamos ahora en la capital
del Imperio donde Michael nuestro piloto perdido ha aterrizado para
buscar respuestas sobre su padre y sobre cómo ha llegado
a este sistema solar poblado por humanos con costumbres tan parecidas
a las suyas. En la capital encontrará respuestas pero también
muchas preguntas nuevas y complicaciones inesperadas pues la política
imperial no es tan firme como parece en un principio, la amenaza
de los Eutos, aquellos humanos que emigraron después de la
última guerra interplanetaria es más presente que
nunca y algunos misteriosos personajes que no se han revelado todavía
tienen un interés demasiado especial con la figura de Smith.
La combinación de estos hechos, así como la presentación
de nuevos personajes, algunos de los cuales bastante interesantes
combina en una novela que a partir de su ecuador aumenta sus revoluciones
y nos proporciona una buena dosis de diversión.
Eso sí, una diversión que hay
que matizar, pues algunos párrafos de acción desenfrenada
nos recuerdan demasiado a ciertas películas y algunas situaciones
también haría falta integrarlas de forma más
adecuada; Parece que el autor haya colocado algunos tramos de acción
para dar un impulso a la novela pero reservándose la artillería
pesada para la conclusión. También habría que
evitar algunas "casualidades" que nos hacen pensar en
el viejo recurso de los escritores del Deux ex machina. No
se que una novela no pueda tener casualidades y situaciones forzadas
pero en algún caso éstas se notan demasiado y llegan
a provocar que las especulaciones futuras sean previsibles.
En definitiva, una segunda parte que sigue la
línea de la primera pero mejorada ostensiblemente a nivel
argumental y de personajes y que abre las puertas en una -si me
permitís el chiste fácil- escena final intrigante
que se titulará El último amanecer. Espero que la
progresión que apunta Santamaría en esta segunda novela
se dispare en la última y nos haga disfrutar de un Space
Opera bien completado. Y eso quiere decir cerrar todos los temas
abiertos, tanto los de cariz político-militar como los que
apuntan a la fantasía y dejarnos disfrutar de una lectura
distendida y entretenida. No será fácil, pero Santamaría
puede hacerlo; los recursos los tiene a su alcance.
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